El diario

LUNES 8
Hoy me ha vuelto a apetecer matar. Nada refinado y preciso como otras veces. Solo matar. Saltar por encima de la mesa, caer sobre mi presa como un león y arrancarle la yugular de un mordisco. Sin más.
No es la primera vez que me sucede, pero sigue siendo una sensación perturbadora. Tan salvaje. Tan cautivadora. En esos momentos, apenas consigo reprimir ese impulso asesino. Pero no es mi estilo. Sencillamente no puedo hacerlo. No así.

MARTES 9
Ha vuelto a pasar. He tenido que salir corriendo del café en el que me encontraba. Ya son dos días consecutivos, tal vez debería planear un evento. Hace tiempo que no lo hago y quizá logre aplacar esta ansia animal que me consume.

VIERNES 12
Llevo dos días encerrado en casa preparando el evento. Me ha sentado bien hacerlo. Un poco de recogimiento siempre viene bien, es como el descanso del guerrero antes de la batalla.
Esta noche empezaré a buscar un objetivo.

SÁBADO 13
Ya he escogido la presa: varón. 32 años. 1,70 de estatura. Complexión delgada. Pelo corto y negro. Tez morena, ojos castaños. Tímido. Solitario. Vive solo en un apartamento de un barrio de las afueras y trabaja de dependiente en una tienda de fotografía. Los viernes le gusta ir a cenar a un restaurante chino situado a dos calles de su casa. Rollitos de primavera, fideos chinos fritos con gambas y pollo rebozado con almendras que nunca llega a acabarse. Café con leche y un chupito de licor de flores al que siempre le invitan y que acepta por compromiso, aunque en el fondo, estoy seguro de que es el mejor momento de la noche para él. Ese puntito rebelde que le da el alcohol. Pobre infeliz.
A veces, me resulta increíble la cantidad de información que se puede obtener de alguien con tan solo escucharle. Especialmente de los tímidos. Están tan necesitados de contacto, tan ávidos por relacionarse, que en cuanto les das pie a ello, te cuentan toda su vida mientras os tomáis unas cervezas. Es tan sencillo que a menudo me pierdo a propósito partes de la conversación solo para ver lo fácil que resulta obtener de nuevo esa información.
Creo que lo haré hoy mismo. Esta noche lo llamaré para tomar unas copas, conseguiré traerlo a casa y luego saciaré mi ansia.
El león sale a cazar.

DOMINGO 14
Todo ha salido perfecto. Tal y como había pensado, incluso mucho más fácil de lo que me había imaginado.
Apareció puntual en el bar en el que habíamos quedado. Charlamos, bebimos y en un determinado momento de la conversación surgió el tema de las drogas. Él me dijo que tenía un poco de maría en su casa y que si quería podíamos ir y fumarnos unos porros. ¿Que si quería?. Aquel pobre idiota me lo estaba poniendo en bandeja. Y todavía resultó mucho más fácil después.
Cuando llegamos a su casa se fue directo a la cocina a por unas cervezas y me dijo que fuera al salón que estaba al final del pasillo. Por supuesto, no lo hice. Lo maté en la cocina, y lo mejor de todo fue la cara de sorpresa que puso cuando me abalancé sobre él. El muy idiota no se lo esperaba.
Después dediqué un tiempo a inspeccionar la casa, y he de reconocer que el tipo se lo montaba bien. Al lado del salón encontré lo que andaba buscando, su habitación de los juegos. Tenía de todo: buena insonorización, un buen surtido de herramientas, plásticos para la sangre, un montón de bolsas de basura para los restos, hasta un armario lleno de pelucas y material de maquillaje. Todo un profesional. Pero lo mejor fue cuando encontré su diario de caza, nunca se me había ocurrido escribir uno. Tal vez lo haga a partir de ahora. De momento, empezaré por finalizar el suyo.
Adiós, querido león, fue un placer conocerte.
Tu indefensa gacela.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ho-laaaaa.

Lo publicaste ya con las correcciones? Me alegro de que lo hayas vuelto a abrir!

Nos vemos esta night.

Ra.

Anónimo dijo...

me encanta! sigue así que me vuelves a tener enganchada a tu blog.

Anónimo dijo...

continua con el diario, engancha, no creo que ahora deje de buscar presas...

Ana Elías dijo...

Inquietante pero engancha...busca foto para el diario.

Akua dijo...

Intrigante....

Anónimo dijo...

El instinto animal lo encontramos en cada uno de nosotros.
Es bueno poder exponerlo en papel sea cual sea la faceta.



Me gusto muchisimo,no dejes de poner sobre papel lo q sientas,siempre tiene el "por que".
Con cariño Elena.